SAN FRANCISCO JAVIER: fue misionero en la India y en el Japón. Fue el gran apóstol de los tiempos modernos, como San Pablo lo fue de los antiguos. Misionero de soberana grandeza, nos pasman sus obras portentosas. Fue el gran conquistador de Oriente, que iba abriendo camino a un ejército de misioneros.
Despertó el espíritu misional de la cristiandad. Decía el jesuita Araoz que Javier no hacía menos fruto en España y Portugal con sus cartas, que en las Indias con su predicación. Sus cartas maravillosas se copiaban y enviaban por todas partes. San Ignacio las multiplicaba. Juan III de Portugal, el rey misionero, quería que se leyeran en todos los púlpitos. Suscitaban vocaciones misioneras en todos las universidades. Que el ejemplo de su vida siga suscitándolas.
SANTA TERESITA DEL NIÑO JESUS: quizo ser misionera por eso, cuando tenía 15 años , ingreo al Carmelo, un convento de clausura.
onsejos y recuerdos de Celina Martín, una de las cuatro hermanas de santa Teresa
El domingo 19 de octubre de 1997 el papa Juan Pablo II –tras haberlo anunciado el 27 de agosto en París, durante la XII Jornada mundial de la juventud– proclamaba a santa Teresa de Lisieux (nacida en Alençon el 2 de enero de 1873 y fallecida en Lisieux, con solo veinticuatro años, el 30 de septiembre de 1897) doctora de la Iglesia universal. Con este título, explicaba el Papa en esa ocasión, «el magisterio desea señalar a todos los fieles, y de modo especial a los que prestan en la Iglesia el servicio fundamental de la predicación o realizan la delicada tarea de la investigación y la enseñanza de la teología, que la doctrina profesada y proclamada por una persona puede servir de punto de referencia, no sólo porque es acorde con la verdad revelada, sino también porque aporta nueva luz sobre los misterios de la fe, una comprensión más profunda del misterio de Cristo»
«Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz es la más joven de los “Doctores de la Iglesia”», dijo también el Papa. De los 33 doctores de la Iglesia, Teresa de Lisieux es la tercera mujer a la que se le ha concedido este título después de que Pablo VI en 1970 proclamara doctoras de la Iglesia a santa Teresa de Ávila (Ávila, 28 de marzo de 1515 - Alba de Tormes, 4 de octubre de 1582) y a santa Catalina de Siena (Siena, 25 de marzo de 1347- Roma, 29 de abril de 1380).
En los veintisiete años de su pontificado, Juan Pablo II proclamó doctor de la Iglesia solamente a Teresa de Lisieux.
En el décimo aniversario de aquel acto de magisterio del papa Juan Pablo II, publicamos en estas páginas un capítulo de una colección de escritos de Celina Martín (1869-1959), una de las cuatro hermanas de santa Teresita. Celina, que entró en el Carmelo de Lisieux en 1894 tomando el nombre de sor Genoveva de la Santa Faz, preparó personalmente, en 1951, la clasificación de sus apuntes, procedentes de su diario personal –redactado en parte cuando Teresa aún vivía– y de sus deposiciones preparadas en vistas de los procesos de beatificación y de canonización. El capítulo que publicamos se titula “Espíritu de infancia” y está tomado del libro Consigli e ricordi (Città Nuova, Roma, 1973, pp. 47-59) y de Obras completas (Edit. “El Monte Carmelo”, Burgos, 1964, pp. 1225-1234).
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